Si se analiza a Ford por un lado, y a GM y Chrysler por otro, queda claro que “hay un desfase en términos financieros y en términos de productos”, resumió Terrence Guay, profesor de economía en la Universidad de Pensilvania. Ford no solicitó ayuda del gobierno y cuenta con sus propias fuerzas para salir adelante, lo que le da una ventaja en términos de imagen que podría traducirse en una mejora de sus ventas.
“Al no haber recibido dinero del gobierno, Ford debería seguir viéndose favorecido con el flujo de informaciones positivas, en contraste con GM y Chrysler que se debaten” en medio de dificultades, enfatizan los analistas de Barclays. En el primer trimestre 2009, Ford registró una pérdida de 1.400 millones de dólares, menor que la esperada, mientras que GM perdió 6.000 millones. A su vez, Ford redujo fuertemente sus necesidades de caja, mientras que GM sigue experimentando fuertes necesidades de efectivo. Gracias a esa política, el óvalo logró mantener su objetivo de salir del rojo en 2011, al tiempo que GM y Chrysler se limitan a luchar apenas por su supervivencia.
Los analistas coinciden en que los esfuerzos de los fabricantes serán inútiles si el mercado del automóvil sigue a la baja. Menos de 10 millones de vehículos podrían venderse este año en Estados Unidos contra 16 a 17 millones antes de la crisis.