La polémica había comenzado el martes 17, cuando la FIA sorprendió al mundo del automovilismo deportivo con tan radical y extrema medida, que tenía como objetivo alentar la lucha en pista por la victoria en cada Gran Premio y evitar la especulación de los pilotos. Pero el Consejo Mundial del Deporte Motor del organismo no tuvo en cuenta (¡increíblemente!) que los cambios de reglamento deben decidirse antes del 30 de noviembre previo al año en el que se pretenden implementar. Y en caso de que se quiera cambiar una regla después de esa fecha, se exige consenso unánime de los equipos. Como esto no ocurrió, la FIA debió retractarse y dejar sin efecto la modificación. Un hecho sumamente desprolijo y que no se corresponde con la imagen que se espera de la máxima categoría.
Así, con la polémica archivada (al menos momentáneamente), la Fórmula 1 iniciará su 60º Campeonato Mundial este fin de semana en Australia, en el circuito callejero de Melbourne. Una temporada que presenta más incógnitas que certezas ante el cambio radical en el reglamento técnico que podría alterar el orden establecido de los últimos años. Las principales modificaciones se produjeron en el aspecto aerodinámico (mucha menos carga, con alerón trasero más alto y angosto, y delantero más bajo y ancho), a lo que se sumó el retorno de los neumáticos “slicks” (luego de 11 temporadas) y la incorporación del KERS, un sistema recuperador de energía cinética en fase de frenado que otorga un plus de potencia (unos 80 CV durante 6 ó 7 segundos por vuelta).