En la sexta entrega, evaluamos el desempeño del nuevo citycar del rombo en la ciudad –su más ámbito natural–, pero también en una ocasional salida a la ruta.
Por Martín Egozcue
martin.egozcue@carsmagazine.com.ar
Fotos: Martín Lübel
@mlubelphoto
Uno de los aspectos que más nos agradó del Renault Kwid es su agilidad urbana. Si bien los 66 CV podrían parecer escasos, el secreto está en el bajo peso. Según Renault, el Kwid pesa sólo 780 kg (versión Life). Esto genera una relación peso-potencia de apenas 11,8 kg por CV, superior a las de Mobi (12,6 kg/CV) y up! con motor aspirado (12,3 kg/CV). Y se traduce en muy buena respuesta en situación de tránsito citadino.
Con dirección eléctrica de serie (el up! también la ofrece aunque no en toda la gama, mientras que en el Mobi es hidráulica), el Kwid es muy fácil de manejar, con un radio de giro bien reducido (Renault asegura que es el menor de la categoría).
Además, el citycar del rombo propone un despeje elevado de 18 centímetros y amplios ángulos de ataque (24°) y salida (40°), que le confieren un plus a la hora de transitar por calles en mal estado o por ejemplo, sortear lomos o cuentas. “De los autos citadinos, el Kwid es el más SUV de todos”, afirman desde Renault Argentina, basándose justamente en los aspectos mencionados sobre despeje y ángulos.
Del otro lado, uno de los aspectos mejorables son las vibraciones que transmite el motor tricilíndrico, que se aprecian en el volante en primera instancia, pero también en el resto de la estructura del vehículo (al levantar el capot con el motor encendido, se aprecia cómo vibra el motor; y desde atrás, se observa cómo se mueve el caño de escape). Las vibraciones son notorias y mayores que aquellas percibidas cuando probamos el up!, también de motor de tres cilindros.
Otro aspecto que no nos convenció del Kwid fue el tacto del pedal de freno, de recorrido un poco largo. No es tan crítico como en algunos autos chinos que hoy se comercializan en Argentina (con al menos 2 cm de recorrido “muerto” en el pedal), pero sí algo más extenso de lo convencional. Esto no significa que el citycar del rombo frene mal –nuestra medición arrojó 41 metros exactos, a tono con este segmento–, pero la primera impresión de contacto con el pedal genera una sensación “esponjosa”.
Finalmente, al salir a la ruta el Kwid deja en evidencia que se trata de un citycar. La tenida direccional es delicada y hay que conducir muy atento a velocidad elevada para llevarlo bien derecho. Es importante también prestar atención a la hora de cruzarse o superar a un vehículo de gran porte para minimizar el efecto de los “pozos de aire”, y desde luego, ante fuertes vientos laterales. La insonorización es también propia de un vehículo económico y citadino: ya por encima de los 100 km/h, el nivel de ruido es notorio, tanto del motor como en términos eólicos. Dinámicamente, si bien nadie racional saldrá a conducirlo como si fuera un deportivo, el Kwid muestra marcadas inclinaciones de la carrocería (rolido) al tomar curvas cerradas a velocidad elevada. Por último, la elasticidad para realizar sobrepasos es crítica: demora 20 segundos en recuperar de 80 a 120 km/h en 4ª marcha. Por lo tanto, mucha precaución si hay que pasar a otro vehículo en una ruta de carril simple.
La “Prueba Especial: Renault Kwid” continuará mañana con el Capítulo VII: “Habitabilidad: plazas traseras y baúl”.
Muy pobre de motor, mientras en Europa arrancan con motor motos turbos de 100 cv, acá apenas 66cv….., Prefiero mil veces un Ka, Etios o Up TSI, que tienen arriba de 100 cv