El constructor sueco sólo espera que “un milagro chino” la salve de un cierre casi seguro. La fracasada venta de la marca a Koenigsegg por parte de su controlante GM, la dejó sin soluciones a la vista.
La marcha atrás de la marca de lujo sueca, anunciada por su propio fundador y director general, Christian von Koenigsegg, a comienzos de esta semana, planteó un panorama negro para Saab, que por primera vez desde que se desató la crisis financiera mundial ve peligrar su continuidad con todas las letras.
Saab Automobile, que emplea a 3.400 personas en Suecia, perdió 293 millones de euros en 2008 y sus ventas sólo representaron un 1,1% del total de ventas mundiales de GM, que quiere vender la marca sueca desde hace casi un año.
Ahora se espera que la automotriz norteamericana anuncie la decisión sobre esta filial, algo que podría ocurrir la semana próxima si no es que en el medio se concreta, quizás, la única posibilidad de supervivencia, que sería el traspaso al grupo chino Beijing Automotive (BAIC), que había mostrado su interés de participar de la operación junto a Koenigsegg.
BAIC es el quinto constructor chino que busca salir al mercado internacional. Y si bien había indicado que “reevaluaría con prudencia” el proyecto, el problema es que su interés central pasa por obtener la tecnología de GM, que es lo único que no incluye el paquete.
“El escenario más probable es el cierre”, estimó el analista Paul Newton, de IHS Global Insights, en sintonía con las especulaciones de la prensa sueca, muy pesimista respecto al futuro de esta compañía emblemática de ese país.
El grupo Geely, otro potencial comprador de origen oriental, ya descartó esa posibilidad, puesto que está concentrado en las negociaciones para adquirir la marca –también sueca– Volvo Cars.
El cierre de Saab no sólo tocará sentimentalmente a los suecos, sino que sería además una catástrofe social para su feudo de Trollhättan y para el sector automotor en general del país nórdico.