“El objetivo es volver al nivel de los años 90 de aquí a dos años. Si lo alcanzamos, la viabilidad de los equipos está asegurada”, afirmó Mosley, añadiendo que “los nuevos equipos estarán ayudados por las escuderías existentes en lo que se refiere a los chasis y los motores”. Los constructores se mostraron por su parte “comprometidos comercialmente hasta 2012 con Bernie Ecclestone”, indicó el presidente de la FIA, asegurando que él no aspiraría a un nuevo mandato en la institución.
“Habíamos pedido cosas justas, realistas, volver al reglamento de 2009. Las decisiones tomadas por el Consejo Mundial del 29 de abril de 2009 han sido anuladas”, celebró el presidente de Fiat y de la FOTA, el italiano Luca di Montezemolo. Ecclestone, responsable a través de Formula One Management (FOM) de los derechos comerciales de la Fórmula 1, también aplaudió el acuerdo. “Evidentemente, estoy feliz. El sentido común ha prevalecido. Siempre supe que sería así, porque la alternativa no era nada buena”, comentó.
La FOTA y la FIA mantenían un largo conflicto sobre el reglamento para 2010, que instauraba inicialmente un techo presupuestario de 45 millones de euros (salarios de pilotos y gastos de marketing excluidos) para las escuderías que lo aceptaran, que serían recompensadas con ventajas técnicas. Los principales equipos, con Ferrari a la cabeza, habían amenazado con poner en marcha un campeonato paralelo, distinto al organizado por la FIA.