Por Martín Egozcue
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Después de haber probado la versión naftera 2.0 TFSI de 211 caballos (ver análisis completo aquí), llegó el turno de evaluar la alternativa diesel que el Audi Q3 propone en Argentina. En efecto, el SUV compacto respeta la oferta turbodiésel que la marca alemana tradicionalmente sostiene en buena parte de su gama de productos a nivel local.
En un momento en que las motorizaciones diesel parecen ir camino a la extinción en Argentina en vehículos de pasajeros, es cuanto menos elogiable la política de Audi Argentina de seguir ofreciendo alternativas TDI, pensando en aquellos clientes que valoran y entienden las ventajas de los impulsores diesel modernos.
Algunos de los beneficios que hoy ofrecen los motores diesel gracias al desarrollo tecnológico de la última década son los siguientes: 1) elevadas prestaciones, sin nada que envidiar a los nafteros, como quedó demostrado en los éxitos de Audi con motores TDI en pruebas de endurance como Le Mans; 2) menores niveles de emisiones, lo que favorece el cuidado del medioambiente; 3) menor consumo y mayor autonomía; 4) mayor vida útil del motor y menor costo de mantenimiento; y 5) precio más competitivo del combustible, aunque este punto hoy por hoy ha perdido peso en el mercado argentino, donde casi no hay diferencia entre la nafta y el gasoil.
Ahora bien, entremos en el detalle de la propuesta del Audi Q3 2.0 TDI, que en Argentina se ofrece combinado con la transmisión automática S tronic de 7 velocidades y la tracción integral permanente quattro, característica de la marca alemana. Una versión cuyo precio de venta al público, vigente a diciembre de 2013, era de 66.500 dólares, sin incluir opcionales. La garantía, como en toda la gama de Audi Argentina, es de 3 años o 90.000 kilómetros.
Técnicamente, el 2.0 TDI del Q3 es un motor delantero transversal, de 4 cilindros y 16 válvulas, con doble árbol de levas, inyección directa, admisión variable y turbocompresor con intercooler. Cumplidor de la norma anticontaminación Euro V, entrega una potencia máxima de 177 caballos a un régimen de 4.200 rpm. Su torque, el momento de “mayor empuje” (es decir, lo que el conductor terminada percibiendo cuando acelera), llega a generosísimos 380 Nm.
Pero tan importante como la cifra final del torque es a qué régimen se obtiene. En el Q3 TDI, dicho rendimiento ya está disponible desde 1.750 rpm y en forma constante hasta 2.500 rpm. Traducido, estamos ante un motor que empuja con mucha contundencia desde bajo y a medio régimen, y que en lo más alto del cuentavueltas (cerca del corte a 4.500 rpm) sigue “tirando” porque allí entrega la potencia máxima.
En el uso cotidiano, el 2.0 TDI del Q3 se presenta como un impulsor ágil, que siempre tiene “resto”, tanto en el ámbito urbano como al salir a la ruta. Realizamos nuestras habituales mediciones de prestaciones y consumos con nuestro instrumental GtechPro y obtuvimos 8,5 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h y 6,8 segundos para la recuperación de 80 a 120 km/h. En ambos casos utilizamos el modo “Sport” de la transmisión S tronic, de impecable y rapidísimo funcionamiento por disponer de doble embrague. Audi declara una velocidad máxima de 212 km/h. A su vez, para frenar de “100 a 0” nuestra medición arrojó 38,8 metros, una distancia también elogiable.
Ahora bien, ¿cuánto consume el 2.0 TDI? Si bien probablemente no sea un ítem de preocupación de costo para quien adquiere un vehículo de alta gama, esto también influye en la autonomía y la necesidad de detenerse (más o menos) en viajes de larga distancia. De acuerdo a nuestras mediciones, a 100 km/h constantes, con el motor girando en Directa a 1.800 rpm, el gasto es de apenas 5,1 litros cada 100 km, lo que permite una autonomía ideal teórica de ¡1.254 kilómetros! gracias al tanque de 64 litros. A su vez, a 130 km/h (2.300 rpm en D), el consumo es de 6,6 litros/100 km, con una autonomía de 969 km. En ciudad, donde el gasto ronda los 8,7 litros/100 km, con un tanque pueden recorrerse hasta 735 kilómetros.
En definitiva, la versión 2.0 TDI del Audi Q3 se impone para ser tenida en cuenta como alternativa frente a la 2.0 TFSI de 170 CV, posicionada como “entrada de gama” al modelo, que entrega similares prestaciones pero con un consumo superior. Y atención, porque quien no pretenda la “explosión” de potencia del 2.0 TFSI de 211 CV también encontrará aquí, en esta variante 2.0 TDI de 177 caballos, un gran equilibrio entre eficiencia y prestaciones. Como para olvidarse de pasar por el surtidor durante varios días y kilómetros.
Martín, una cosa para aclarar. Cuando mencionás como un ventaja de los motores Diesel “4) mayor vida útil del motor y menor costo de mantenimiento”, supongo que te referirás a la comparación con un naftero turbo de inyección directa (similares recursos que tiene el 2.0 TDI). Porque contra un naftero aspirado de inyección indirecta (la combinación más simple, confiable y durable), no tienen nada que hacer.
Saludos.