“El gobierno estadounidense está dispuesto a aportar unos 3.300 millones de dólares” en fondos de funcionamiento durante la reestructuración de Chrysler bajo la protección de la justicia, indicó el departamento del Tesoro en un comunicado. Washington también está dispuesto a prestar cerca de 4.700 millones de dólares al nuevo Chrysler que surja de la reestructuración, agrega el texto. De esta suma, 2.100 millones serán reembolsables a un plazo de 30 meses; del resto, la mitad a siete años y el remanente a ocho años. Por su parte, el gobierno federal canadiense y el de la provincia de Ontario prestarán a Chrysler otros 2.400 millones de dólares, anunció Ottawa.
Al acogerse al Capítulo 11 del código de Quiebras, Chrysler puede continuar funcionando mientras busca un acuerdo con sus acreedores. Según altos responsables del gobierno, la asociación consiste en una toma de participación inicial de 20% de Fiat en Chrysler. El mandatario agregó que el acuerdo ayudará al fabricante a salir de un rápido y “controlado” proceso de quiebra como una empresa más fuerte. “No se trata de una señal de debilidad, sino de un paso extra en el camino trazado que lleve a la supervivencia de Chrysler”, declaró.
Funcionarios del gobierno informaron que Chrysler se vio obligada a declararse en quiebra luego de que importantes accionistas obstaculizaran un acuerdo con el Estado de reducir una deuda de 6.900 millones de dólares a 2.000 millones. Por su parte, el presidente de Chrysler, Robert Nardelli, declaró a la cadena de información financiera CNBC que abandonará el cargo luego que la firma emerja exitosamente y complete su alianza con Fiat. Agregó que el consejo de administración estará compuesto por personas nombradas por el Estado y Fiat.
Nardelli señaló que estimaba posible que el fabricante estadounidense pueda salir en 45 a 60 días del procedimiento judicial que comenzó tras acogerse a la ley de quiebras. Esta iniciativa “es diferente, ya que contamos con el compromiso de varias de las partes”, destacó al evocar el apoyo del sindicato, de los gobiernos estadounidense y canadiense, de los acreedores y de las concesionarias. “Se trata de inyectar vida a Chrysler”, agregó al estimar que declararse en quiebra permite a la empresa “resurgir más liviana, dejando atrás su pasivo”.