“El Mercosur, en el sector automotor, es un ejemplo de éxito. El 25% del flujo comercial entre Brasil y los países del bloque (de más de 30.000 millones de dólares), responde al intercambio en el sector automotor”, afirmó Jackson en una rueda de prensa el día de su acceso a la presidencia de Anfavea.
Las exportaciones brasileñas de vehículos automotores y piezas de repuestos sumaron cerca de 20.000 millones de dólares en 2006, y la Argentina, que hasta septiembre había comprado más del 22% de los automóviles exportados por Brasil, fue su principal cliente.
“Para nosotros el Mercosur es de una relevancia extraordinaria, y por eso proponemos construir, más que un acuerdo, una política automotriz común del Mercosur que sea duradera y a largo plazo”, argumentó Schneider. “Necesitamos negociar esa política con nuestros socios (Argentina, Paraguay, Uruguay y Venezuela), con la comprensión y participación de todos los actores del sector”, insistió.
Los infructuosos intentos del bloque para acordar una política común para el sector se remontan a la cumbre de Ouro Preto (Brasil, diciembre de 1994), pero la decisión en 1995 del presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso de crear un régimen nacional de incentivos a las inversiones, empañó y estancó la negociación por una década.
Acuerdos parciales y temporarios se han alternado con relativo éxito entre los socios, el último entre Brasil y Uruguay, país donde la industria automotriz desapareció en los últimos años y que ahora espera inversiones chinas y argentinas para reanimarla.