Al mismo tiempo, 47.000 trabajadores del sector, casi la mitad de los 113.000 que laboran en el país, entraron en vacaciones colectivas obligatorias negociadas entre sindicatos y compañías, que recortaron la producción mensual en un 60% para acompasar sus stocks con una demanda que cae. El futuro a corto plazo para firmas como Ford, Fiat, Volkswagen, General Motors, Peugeot-Citroen y otros que producen en el gigantesco mercado brasileño luce tenso, en medio de una profundización de la crisis global del crédito.
La razón principal para la repentina desaceleración del sector automotor en Brasil es la falta, también imprevista, de acceso a créditos, a los que ahora es más difícil llegar y que en algunos casos se vuelven más caros para los brasileños, que se acostumbraron a préstamos con condiciones de pago más benévolas. La caída de las ventas podría recortar el objetivo de los fabricantes de vender tres millones de autos este año en Brasil.